familia

Y ahora, ¿qué fue para nosotros el primer encuentro familiar?

Para mí, Ana Elena, (como madre) fue una experiencia que nunca pensé viviría, tuve la oportunidad de conocer más a fondo a nuestras hijas; de comprender sus reacciones ante la vida, a veces violenta, de valorar su personalidad tan distinta una de otra, de conocer y sentir la maravillosa fuerza que tiene una familia unida, de valorar y agradecer a Dios su gran amor y bondad; estoy ahora segura que todos los padres de familia debemos prepararnos más y poner nuestro amor sin reservas ni egoísmos a la tarea de tanta responsabilidad que se nos ha encomendado.

Fue sencillamente inolvidable y de mucha riqueza nuestro Encuentro Familiar y además conocimos muchas familias de nuestros Hermanos de Encuentros con nuestras mismas inquietudes, con problemas, con tristezas, pero al fin y al cabo con nuestro mismo deseo de superación y deseo de darle al Creador la mejor cuenta posible.

La querida y hermosísima familia Villa nos dio un testimonio de unidad, entrega y de amor que difícilmente se puede igualar.

Los amo y pido por ustedes al Señor. Ana Elena (mamá).

Al estar escribiendo estas líneas, vienen a mi mente los momentos maravillosos pasados en el Encuentro Familiar, fueron tantos y tan grandes que es difícil escoger para compartirles.

Sin embargo compartiré con ustedes algo que causó en mí un impacto muy grande mezclado con alegría y temor, al escuchar al padre Chucho Márquez decir: “En cada una de éstas familias, veo a Dios, les pido que no me lo escondan y que siempre lo tenga presente en ustedes”. Alegría, por estas bellas palabras tan significativas, y temor por las caídas constantes que sufrimos como humanos, y sobre todo por la gran responsabilidad adquirida ante Nuestro Señor para dar una respuesta de testimonio ante tantos dones que hemos recibido.

Otro momento inolvidable fue el ver a esos muchachos Villa compartir con la sencillez de los niños, a pesar de ser ya todos unos hombres; compartir con nosotros como si fuéramos una sola familia (y en realidad lo somos). Darnos cuenta de que hay mucha juventud bien orientada y que el Señor nos está diciendo: “Estoy entre ustedes.”

En fin, querida Familia de encuentros, créanme que no terminaría nunca de compartirles este encuentro maravilloso; y Pido a Dios Nuestro Señor para que todos ustedes tengan la oportunidad de vivirlo. Jorge (papá)

Cuando me pidieron que escribiera algo sobre nuestro increíble regalo de Reyes, nuestro Encuentro Familiar, traté de escribir tantas cosas que no sabía por dónde empezar, así que esto no tiene principio.

El encuentro Familiar trata de hacer mejores familias, no cambiando a los miembros de éstas, sino aceptándonos tal y como son. Sí que es difícil lograrlo, pero cuando alguien se siente aceptado y valorado, se da lo mejor de Sí. Ana Elena (18 años).

Las experiencias nuevas y maravillosas que viví en el encuentro Familiar fueron surgiendo una tras otra en cada detalle compartido con mi linda familia.

Descubrí que cada miembro de una familia es parte primordial de ésta, no importando su manera de pensar, sus virtudes o talentos; es como en un rompecabezas, cada pieza es muy diferente a las demás, pero al unirse, se complementan y forman un bello paisaje.

Cada día que transcurría, nos íbamos conociendo más y más, y era entonces cuando entendíamos muchas actitudes que antes nos molestaban o hacían que nos enfadáramos.

Ahora comprendo y valoro la frase que dice: “Para vivir juntos, no es necesario pensar del mismo modo, lo importante es aceptarse y respetarse unos a otros”. Lucy (17 años).

El viernes 15, día en que nos fuimos a México, nos ocurrieron muchas cosas; a media carretera, se rompió la banda del ventilador del coche y todos hicimos una pequeña oración pidiendo a Dios para que si Él quería, llegáramos a tiempo a nuestro Fin de Semana. Poco después, pasó un Ángel Verde y continuamos el viaje.

Algo que aprendí en el fin de semana, fue el tenernos confianza, ahí, todos dijimos a todos, nuestros defectos y virtudes, lo que nos molestaba, etc. y no por eso nos sentimos heridos o enfadados, sino que cada uno trató de corregir sus fallas y eso ahora nos ha ayudado y nos seguirá ayudando mucho. Gaby (15 años)

Etiquetas: Sin etiquetas

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *